Dorothy Crowfoot Hodgkin: la mujer que Iluminó la ciencia . Un homenaje en el día internacional de la mujer.


A veces, la historia puede ser muy cruel si se la observa desde una perspectiva sentimentalista. En realidad, la historia es simplemente historia y puede ser vista de manera bidireccional si nos basamos en la utilidad que tiene, como señala el reconocido historiador Alessandro Barbero. Según él, la historia es útil por dos razones: en primer lugar, porque nos ayuda a ser conscientes del mundo en el que vivimos; en segundo lugar, porque es un patrimonio de experiencias de las que debemos aprender. Conocer la historia nos permite vivir millones de vidas. De cada una de ellas aprendemos tanto de sus errores como de sus contribuciones positivas, lo que nos lleva a adquirir nuevas lecciones y a construir un futuro mejor. Teniendo eso en cuenta, no sabría decir en qué punto de la historia nos encontramos ni si hemos aprendido lo suficiente del pasado, al menos en el ámbito científico. Lo que es seguro es que ahora estamos viviendo un futuro que, a principios del siglo XX, habría sido inimaginable. Hubo incluso un tiempo en el que la sociedad no estaba preparada para aceptar el progreso científico. Mucho menos si quienes lo impulsaban eran mujeres.
La historia de la que voy a hablar se sitúa en un contexto científico elitista. Sin embargo, pocos nombres han dejado una huella tan profunda como el de Dorothy Crowfoot Hodgkin, ganadora del Premio Nobel de Química en 1964 por la determinación de estructuras de sustancias de interés bioquímico mediante rayos X. Sin duda, un avance revolucionario que permitió analizar la estructura de las moléculas a partir de los patrones de difracción generados cuando los rayos X atravesaban un cristal.
Para acercarnos a comprender las dificultades que Dorothy tuvo que enfrentar, deberíamos hacer un ejercicio de imaginación, poniéndonos en la piel de una joven nacida en 1910 en El Cairo, Egipto, cuando este era una colonia británica. Las barreras eran altas y evidentes. No obstante, en 1927, tras superar la barrera del latín, un requisito indispensable para ingresar a la Universidad de Oxford, logró matricularse en el Somerville College para estudiar química y, solo cuatro años después, se convirtió en la tercera mujer en la historia de la universidad en graduarse con honores. Luego, continuó su doctorado en Cambridge bajo la tutela de John Bernal y, con su apoyo, comenzó a destacar en un campo dominado por hombres.
Hodgkin dedicó su vida a desentrañar la estructura tridimensional de moléculas biológicamente esenciales. Su trabajo más emblemático fue la elucidación de la estructura de la insulina, un proceso que le llevó 34 años de investigación. Gracias a este descubrimiento, se pudo comprender mejor la función de la insulina y desarrollar tratamientos más eficaces para la diabetes. Otro de sus grandes logros fue la determinación de la estructura tridimensional de la penicilina en 1945. En aquel momento, la penicilina solo podía obtenerse a partir del hongo Penicillium. Con su descubrimiento, Hodgkin permitió la síntesis de este antibiótico en el laboratorio, facilitando su producción a gran escala y contribuyendo a salvar incontables vidas en la posguerra. Además, en 1954, su análisis de la vitamina B12 permitió desarrollar tratamientos para la anemia perniciosa. Sus contribuciones también abarcaron la elucidación de la estructura del colesterol y la vitamina D3. En 1947, veinte años después de haber ingresado a la universidad, Dorothy fue admitida en la Royal Society, una institución que durante mucho tiempo había excluido a las mujeres. Además, en 1964, se convirtió en la primera mujer británica en recibir un Premio Nobel en ciencias. Sin embargo, la prensa de la época minimizó su logro, destacando su papel como madre de tres hijos en lugar de su impacto en la ciencia. El diario The Daily Telegraph tituló la noticia con la frase: "Madre de tres hijos gana el Premio Nobel", algo impensable si el galardonado hubiera sido un hombre. Desde entonces, la ciencia ha seguido avanzando, al igual que la sociedad en su complejidad. Sin embargo, el nombre de Dorothy Hodgkin no siempre ha recibido el reconocimiento que merece. Su trabajo sentó las bases para muchas investigaciones actuales y demostró el poder de la ciencia aplicada a la vida cotidiana. En un mundo donde las mujeres en la ciencia siguen luchando por la igualdad de oportunidades, su historia debe servir de inspiración para las nuevas generaciones. Hoy, creo que es justo devolver a la historia de Dorothy, y con ella a todas las mujeres, la justicia social e histórica que merecen. La ciencia debe basarse en el mérito, sin importar el género. Los tiempos exigen conocimiento, y este solo se puede alcanzar a través del libre pensamiento y la equidad de oportunidades. Así que retomando lo que comentaba al principio, conocer la historia nos permite conocer millones de vidas y vivir millones de historias. Por lo tanto, creo que lo más justo que se pueda hacer hoy es reescribir el título de The Daily Telegraph: "Dorothy Hodgkin: Madre de la ciencia, pionera de la cristalografía".
